viernes, 11 de julio de 2014
Se huele el verano.
Quien más quien menos, ya está haciendo planes para poner tierra de por medio y largarse a respirar otros aires, aunque sean pocos días y en el pueblo de los abuelos. Los editores, avispados, empiezan a enviar a las librerías reediciones de sus guías turísticas y todo tipo de relatos de viaje que junto a las nuevas adquisiciones que acaban de llegar a la biblioteca forman un tótem perfecto para sestear o pasar las densas tardes veraniegas. Reserven ya sus libros de verano para no pasar sed de lectura, y ahora pensando en vosotros, los lectores, alrededor de mi sillón burdeos, tengo varios libros que valoro con diferente baremo y que hojeo (y ojeo: depende) cuando me asaltan mis cada vez más agudas ansias de vacaciones.
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