Quien más quien menos, ya está haciendo planes para poner tierra de por
medio y largarse a respirar otros aires, aunque sean pocos días y en el pueblo
de los abuelos. Los editores, avispados, empiezan a enviar a las librerías
reediciones de sus guías turísticas y todo tipo de relatos de viaje que junto a
las nuevas adquisiciones que acaban de llegar a la biblioteca forman un tótem
perfecto para sestear o pasar las densas tardes veraniegas. Reserven ya sus
libros de verano para no pasar sed de lectura, y ahora pensando en vosotros,
los lectores,
alrededor de mi sillón burdeos,
tengo varios libros que valoro con diferente baremo y que hojeo (y ojeo:
depende) cuando me asaltan mis cada vez más agudas ansias de vacaciones.
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